I
Por vuestro gran merecer,
amor me pone tal grado,
que me pierdo por perder
de las angustias cuidado.
II
Pues que se acabe la vida
con dolor tan lastimero,
soy contento y lo quiero,
si ella queda servida;
porque quiere mi querer,
muy contento y no forzado,
que me pierda por perder
de las angustias cuidado.
I
Yo soy quien libre me vi,
yo, quien pudiera olvidaros:
yo soy el que, por amaros,
estoy, desde que os conocí,
sin Dios y sin vos y mí.
II
Sin Dios, porque en vos adoro:
sin vos, pues no me queréis;
pues sin mí, ya está de coro
que vos sois quien me tenéis.
Así que triste nací,
pues que pudiera olvidaros
yo soy el que por amaros
estoy, desde que os conocí,
sin Dios y sin vos y mí.
Callé por mucho temor;
temo, por mucho callar,
que la vida perderé;
así con tan grande amor
no puedo, triste, pensar
qué remedio me daré.
Porque alguna vez hablé,
halléme de ello tan mal,
que, sin duda, más valiera
callar, mas tan bien callé
y pené tan desigual,
que, más callando, muriera.
Escritor de Origen Portugués del Siglo XV no se conoce con exactitud su fecha de nacimiento pero se estima del año 1465 y 1536 fue el primer escritor importante de su país también es muy reconocido por haber escrito drama en español también era hábil en otras disciplinas así como la música y la actuación.
https://www.poemas-del-alma.com/gil-vicente.htm
¿Cuál es la niña
que coge las flores
si no tiene amores?
Cogía la niña
la rosa florida.
El hortelanico
prendas le pedía,
si no tiene amores.
Cuando la virgen bendita
lo parió,
todo el mundo lo sintió.
Los coros angelicales
todos cantan nueva gloria;
los tres reyes, la vitoria
de las almas humanales.
En las tierras principales
se sonó
cuando nuestro Dios nasció.
Muy graciosa es la doncella,
¡cómo es bella y hermosa!
Digas tú, el marinero
que en las naves vivías,
si la nave o la vela o la estrella
es tan bella.
Digas tú, el caballero
que las armas vestías,
si el caballo o las armas o la guerra
es tan bella.
Digas tú, el pastorcico
que el ganadico guardas,
si el ganado o los valles o la sierra
es tan bella.
https://www.poemas-del-alma.com/gil-vicente.htm
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Nadi puede ser dichoso,
señora, ni desdichado,
sino que os haya mirado.
Porque la gloria de veros
en ese punto se quita
que se piensa en mereceros.
Así que, sin conoceros,
nadi puede ser dichoso,
señora, ni desdichado,
sino que os haya mirado.
Cuando me paro a contemplar mi estado
y a ver los pasos por dó me ha traído,
hallo, según por do anduve perdido,
que a mayor mal pudiera haber llegado;
mas cuando del camino estoy olvidado,
a tanto mal no sé por dó he venido:
sé que me acabo, y mas he yo sentido
ver acabar conmigo mi cuidado.
Yo acabaré, que me entregué sin arte
a quien sabrá perderme y acabarme,
si quisiere, y aun sabrá querello:
que pues mi voluntad puede matarme,
la suya, que no es tanto de mi parte,
pudiendo, ¿qué hará sino hacello?
SONETO II
En fin, a vuestras manos he venido,
do sé que he de morir tan apretado,
que aun aliviar con quejas mi cuidado,
como remedio, me es ya defendido;
mi vida no sé en qué se ha sostenido,
si no es en haber sido yo guardado
para que sólo en mí fuese probado
cuanto corta una espada en un rendido.
Mis lágrimas han sido derramadas
donde la sequedad y la aspereza
dieron mal fruto dellas y mi suerte:
¡basten las que por vos tengo lloradas;
no os venguéis más de mí con mi flaqueza;
allá os vengad, señora, con mi muerte!
https://www.poemas-del-alma.com/garcilaso-de-la-vega.htm
Arcipreste de Hita
Vivió durante el Siglo XIII fue un clérigo, poeta y arcipreste, nació en Alcalá España en el año 1283 y se estima que su muerte fue en el 1350
Muchas de sus obras fueron recopiladas por lo que se desconoce el año de creación.
https://www.poemas-del-alma.com/juan-ruiz-arcipreste-de-hita.htm
Quiero seguir a ti, flor de las flores,
siempre decir cantar de tus loores;
non me partir de te servir,
mejor de las mejores.
Grand fianza he yo en ti, Señora,
la mi esperanza en ti es toda hora;
de tribulación sin tardanza,
venme librar agora.
Virgen muy santa, yo paso atribulado,
pena tanta, con dolor atormentado,
en tu esperanza coita atanta
que veo, mal pecado.
Estrella de la mar, puerto de folgura,
de dolor complido e de tristura,
venme librar e conortar,
Cerca de Tablada,
la sierra passada,
falléme con Alda,
a la madrugada.
Ençima del puerto
cuydéme ser muerto
de nieue e de frío
e dese rruçío
e de grand' elada.
Ya a la decida
dy una corrida:
fallé una sserrana
fermosa, loçana
e byen colorada
dixel' yo a ella:
«Omíllome, bella.»,
Diz': «Tú, que bien corres,
aquí non t' engorres,
anda tu jornada.»
Yo l' dix: «Frío tengo,
e por eso vengo
a vos, fermosura:
quered por mesura
oy darme posada.»
Díxome la moça:
«Pariente, mi choça
el qu' en ella posa
conmigo desposa
e dame soldada,»
Yo l' dixe: «De grado;
mas yo so cassado
aquí en Ferreros;
mas de mis dineros
darvos he, amada»,
Diz: «Vente comigo»;
Levóme consigo,
diome buena lunbre,
com' era costunbre
de sierra nevada.
Diom' pan de centeno
tyznado, moreno,
diome vino malo,
agrillo e ralo,
e carne salada,
Diom' queso de cabras:
Diz: «Fidalgo, abras
ese blaço, toma
un canto de soma,
que tengo guardada»,
Diz: «Uéspet, almuerça,
e bev' e esfuerça,
caliéntat' e paga
de mal no s' te faga
fasta la tornada.
»Quien donas me diere,
quales yo pediere,
avrá buena çena
e lichiga buena,
que no l' cueste nada.»
«Vos, qu' eso desides,
¿por qué non pedides
la cosa çertera?»
Ella diz: «¡Maguera!
¿Sy me será dada?
»Pues dame una çinta
bermeja, byen tynta,
e buena camisa
fecha a mi guisa
con su collarada
»Dame buenas sartas
d' estaña e hartas,
e dame halía
de buena valya,
pelleja delgada.
»Dame buena toca,
lystada de cota,
e dame çapatas,
bermejas byen altas,
de pieça labrada.
»Con aquestas joyas,
quiero que lo oyas,
serás byen venido:
serás mi marido
e yo tu velada».
«Sserrana señora,
tant' algo agora
non trax' por ventura;
faré fladura
para la tornada.»
Díxome la heda:
«Do non ay moneda,
non ay merchandía
nin ay tan buen día
nin cara pagada.
»Non ay mercadero
bueno sin dinero,
e yo non me pago
del que non da algo
nin le dó posada.
»Nunca d' omenaje
pagan ostelaje;
por dineros faze
ome quanto'l plase:
cosa es provada.»
Quiero abreviarvos, señores, la mi predicación,
ca siempre me pagé de pequeño sermón
e de dueña pequeña e de breve rrasón:
ca lo poco e bien dicho finca en el coraçón.
Del que mucho fabla rríen, quien mucho rríe es loco,
tyene la dueña chica amor grand e non de poco:
dueñas dy grandes por chicas, por grandes chicas non troco;
mas las chicas por las grandes non se rrepiente del troco.
De las chicas, que bien diga, el amor me fiso rruego,
que diga de sus noblesas e quiérolas dezir luego:
direvos de dueñas chicas, que lo tenedes en juego.
Son frías como la nieve e arden más que'l fuego:
son frías de füera; en el amor ardientes,
en cama solaz, trebejo, plasenteras e rrientes.
En casa cuerdas, donosas, sosegadas, bienfasyentes;
muncho ál fallaredes, ado byen paredes mientes.
En pequeña girgonça yase grand rresplandor,
en açúcar muy poco yase mucho dulçor:
en la dueña pequeña yase muy grand amor:
pocas palabras cunple al buen entendedor.
Es pequeño el grano de la buena pimienta;
pero más que la nues conorta e más calyenta:
así dueña pequeña, sy todo amor consienta,
non ha plaser del mundo qu'en ella non se sienta.
Como en chica rrosa está mucha color,
e en oro muy poco grand preçio e grand valor,
como en poco bálsamo yase grand buen olor:
ansý en chica dueña yase muy grand amor.
Como rroby pequeño tyene muncha bondad,
color, vertud e precio, noblesa e claridad:
asý dueña pequeña tiene muncha beldad,
fermosura e donayre, amor e lealtad.
Chica es la calandria e chico el rroysyñor;
pero más dulçe canta, que otra ave mayor:
la muger, por ser chica, por eso non es pior;
con doñeo es más dulce, que açúcar nin flor.
Son aves pequeñuelas papagayo e orior;
pero cualquiera dellas es dulçe gritador,
adonada, fermosa, preçiada, cantador:
bien atal es la dueña pequeña con amor.
En la muger pequena non ha conparación:
terrenal paraýso es e consolaçión,
solás e alegría, plaser e bendiçión,
¡mijor es en la prueva qu'en la salutaçión!
Ssyempre quis' muger chica, más que grand' nin mayor:
¡non es desaguisado de grand mal ser foydor!
Del mal, tomar lo menos: díselo el sabidor:
¡ por end' de las mugeres la menor es mijor!
AUTORES ANONIMOS:
Anónimo
Romance de Abenamar
—¡Abenámar, Abenámar, moro de la morería,
el día que tú naciste grandes señales había!
Estaba la mar en calma, la luna estaba crecida,
moro que en tal signo nace no debe decir mentira.
Allí respondiera el moro, bien oiréis lo que diría:
—Yo te lo diré, señor, aunque me cueste la vida,
porque soy hijo de un moro y una cristiana cautiva;
siendo yo niño y muchacho mi madre me lo decía
que mentira no dijese, que era grande villanía:
por tanto, pregunta, rey, que la verdad te diría.
—Yo te agradezco, Abenámar, aquesa tu cortesía.
¿Qué castillos son aquéllos? ¡Altos son y relucían!
—El Alhambra era, señor, y la otra la mezquita,
los otros los Alixares, labrados a maravilla.
El moro que los labraba cien doblas ganaba al día,
y el día que no los labra, otras tantas se perdía.
El otro es Generalife, huerta que par no tenía;
el otro Torres Bermejas, castillo de gran valía.
Allí habló el rey don Juan, bien oiréis lo que decía:
—Si tú quisieses, Granada, contigo me casaría;
daréte en arras y dote a Córdoba y a Sevilla.
—Casada soy, rey don Juan, casada soy, que no viuda;
el moro que a mí me tiene muy grande bien me quería.
https://www.poesi.as/indx0033.htm
Mañanita de San Juan,
mañanita de primor,
cuando damas y galanes
van a oír misa mayor.
Allá va la mi señora,
entre todas la mejor;
viste saya sobre saya,
mantellín de tornasol,
camisa con oro y perlas
bordada en el cabezón.
En la su boca muy linda
lleva un poco de dulzor;
en la su cara tan blanca,
un poquito de arrebol,
y en los sus ojuelos garzos
lleva un poco de alcohol;
así entraba por la iglesia
relumbrando como el sol.
Las damas mueren de envidia,
y los galanes de amor.
El que cantaba en el coro,
en el credo se perdió;
el abad que dice misa,
ha trocado la lección;
monaguillos que le ayudan,
no aciertan responder, non,
por decir amén, amén,
decían amor, amor.
https://www.poesi.as/roman007.htm
Las huestes de don Rodrigo
desmayaban y huían
cuando en la octava batalla
sus enemigos vencían.
Rodrigo deja sus tiendas
y del real se salía,
solo va el desventurado,
sin ninguna compañía;
el caballo de cansado
ya moverse no podía,
camina por donde quiera
sin que él le estorbe la vía.
El rey va tan desmayado
que sentido no tenía;
muerto va de sed y hambre,
que verle era gran mancilla;
iba tan tinto de sangre
que una brasa parecía.
Las armas lleva abolladas,
que eran de gran pedrería;
la espada lleva hecha sierra
de los golpes que tenía;
el almete de abollado
en la cabeza se hundía;
la cara llevaba hinchada
del trabajo que sufría.
Subióse encima de un cerro,
el más alto que veía;
desde allí mira su gente
cómo iba de vencida;
de allí mira sus banderas
y estandartes que tenía,
cómo están todos pisados
que la tierra los cubría;
mira por los capitanes,
que ninguno aparecía;
mira el campo tinto en sangre,
la cual arroyos corría.
Él, triste de ver todo esto,
gran mancilla en sí tenía,
llorando de los sus ojos
de esta manera decía:
«Ayer era rey de España,
hoy no lo soy de una villa;
ayer villas y castillos,
hoy ninguno poseía;
ayer tenía criados
y gente que me servía,
hoy no tengo ni una almena,
que pueda decir que es mía.
¡Desdichada fue la hora,
desdichado fue aquel día
en que nací y heredé
la tan grande señoría,
pues lo había de perder
todo junto y en un día!
¡Oh muerte!, ¿por qué no vienes
y llevas esta alma mía
de este cuerpo mezquino,
pues se te agradecería?»
https://www.poesi.as/roman009.htm
Referencias:
https://www.poemas-del-alma.com/juan-ruiz-arcipreste-de-hita.htm
https://www.poemas-del-alma.com/garcilaso-de-la-vega.htm
https://www.poemas-del-alma.com/gil-vicente.htm
https://www.poemas-del-alma.com/jorge-manrique.htm
https://www.poesi.as/roman009.htm
https://www.poesi.as/roman007.htm
https://www.poesi.as/indx0033.htm